sábado, 17 de diciembre de 2016

Querida YO

Hace un par de días encontré en las redes sociales una frase  donde el supuesto “yo futuro”,  reclama al “yo presente” por lo que no fue capaz de realizar en su momento. Esa fue la parte que hoy me inspira para auto reconocerme, porque estoy segura que no todo está mal y no todo puede ser perfecto.

Querida “Yo del pasado”:


Creo que nunca había hecho esto, nunca me había expuesto ante ti. Me cuesta trabajo porque después de todo tu eres mi mayor debilidad y mi mayor fortaleza. “Yo del pasado” has hecho y has marcado mucho de lo que soy ahora, enfrentaste todos los miedos; atravesaste por situaciones dolorosas, como la de aquella perdida que de pequeña se te clavo hasta el alma; enfrentaste obstáculos y hasta corriste a los demonios que te atormentaban durante las largas horas de oscuridad.

Claro que cometiste errores ¿quién no lo ha hecho? Esa tarde de verano, cuando te saliste de  “pinta” y  caíste en cuanta que solo lo habías echo por satisfacer a los demás, más allá de tus propios deseos y convicciones. ¿Qué tal aquel cigarro que fumaste dentro del auditorio de la escuela? Tampoco trajo consigo el mayor de los méritos, lo que si trajo fue años de vicio  que seguramente acabaran por dañar tu salud ¿y qué me dices del año “extra” que te tuviste que quedar en la escuela por culpa de un descuido injustificado?

Recuerdo esas tardes de “no tengo ganas” que te hicieron bajar calificaciones.  Las malas decisiones que tomaste, también tuvieron consecuencias. Si aquella tarde de marzo un rayito de cordura te hubiera tocado, seguramente hoy yo sería otra, pero no fue así y elegiste estudiar un “algo” que ni remotamente se parecía a “lo otro” pero ¿tenías otra opción? Tu hubieras dicho que no, yo digo que sí. Y luego de eso ¿por qué seguiste? No hay respuesta.

Después un error lleva a otro, luego a otro y se hizo una gran bola de nieve. Como aquella noche que elegiste quedarte en casa, o las otras tantas que saliste.  Te enamoraste del hombre equivocado todo el tiempo. Si hacías sol, salías cubierta, si hacia frio, no llevabas chamara; si te invitaban a eventos de gala, te presentabas desfachatada y si era un evento informal… igual eras desfachatada.

Eres una suma de eventos, decisiones y pensamientos erróneos… pero también correctos. Si no hubieras elegido  irte de “pinta” no te habría caído el veinte de que es mejor complacerte a ti misa que a los demás. El cigarro aquel, nos ha llevado a descubrir algunos placeres de la vida y espero que nos falten muchos más por conocer.  El año “extra” en el bachillerato te hizo abrir los ojos, no todo es simple y ahora sabes que sin duda,   toda acción tiene su reacción.

Las tardes de “no tengo ganas” se han hecho menos y se han sustituido por “hay que hacerlo”.  Y si aquel rayo de sol no llegó, me enseñaste que no debía detenerme en lamentarlo y que debía enfocarme y esforzarme en que la decisión tomada diera los mejores resultados.  

Sí, me enamore y desenamore muchas veces y espero seguir haciéndolo cada día, todos los días. Esa es la parte mágica y grandiosa. Y como definitivamente mi sensor del clima esta errado, ahora entiendo no está de más llevar una sudadera “por si acaso”…


Así que solo escribo estas líneas para agradecerte una vida llena de experiencias que harán que nuestra “yo del futuro” alcance las metas y sueños que desde hace mucho  tú le planteaste.  De mi parte prometo poner siempre de mi parte, siempre insistente, siempre siempre. 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Montaña Rusa

La vida es muy parecida a una montaña rusa. Al paso de los años uno puede pasar por altas y bajas. 
A veces, cuando estás arriba, las piernas tiemblan de pura adrenalina, sientes las mariposas que revolotean en tu estómago y piensas que en cualquier momento van a romper la red y echaran a volar al cielo. Hasta que llega un momento que, de tanto sentir y sentir, pierdas el suelo y te estampas  contra él. 
A veces pasa, nos vamos en caída libre y de pronto nos encontramos ante la indiferencia, el sinsabor, la falta de pasión. Vemos como entre las calles se escapa un sueño y corriendo va entre la gente nuestro anhelo, no hay más chistes, no hay más cantos, no hay nada. NADA.
Por alguna razón extraña, a todos nos llega ese momento, el momento de sentirnos huecos, vacíos. ¿Las causas? Muchas: desamor, fracaso, ira. La vida siempre nos orilla a ese lado oscuro, nos reta y acorrala como tratando de ver que tan capaces somos de sobrevivir.
En el fondo creo que la vida nos da unas cuantas bofetadas para ver que tanto somos capaces de agradecer  por lo que tenemos, por lo que tuvimos, en lugar de renegar por lo que no tendremos y por lo que perdimos. 
Me tocó estar ahí, en ese abismo, donde quería culpar a todos. Ya saben, un poco de leña al fuego y de pronto tenemos un incendio.  Pero aquí entra lo importante, al final me di cuenta que lo único que tenía era a mí. Las circunstancias me hicieron saber que al final, al principio y en medio estaba yo.
A veces hace falta una simple taza de té (particularmente prefiero café) para sentir esa sensación de que “todo va a estar bien”. Pasa que un respiro puede brindarle consuelo al alma atormentada, claro que la taza de té no quitara las deudas en el banco, no sanara las heridas de un amor mal correspondido, ni tampoco quitara los achaques de tu cuerpo, pero si te dará tiempo.  Tiempo para ti de ti… seguro ayudara a tener un panorama distinto, no digo que sea la cura milagrosa a tus males, pero si creo que a veces nos dejamos llevar tanto por los demás y lo demás, que dejamos de escucharnos a nosotros mismos y tengo la loca idea de que en nuestro interior es donde están las armas necesarias para poder “salir del bache”.
Así que ahí te dejo este pequeño consejo si de algo les sirve