Hace un par de días encontré en las redes sociales una frase
donde el supuesto “yo futuro”, reclama al “yo presente” por lo que no fue
capaz de realizar en su momento. Esa fue la parte que hoy me inspira para auto reconocerme,
porque estoy segura que no todo está mal y no todo puede ser perfecto.
Querida “Yo del pasado”:
Creo que nunca había hecho esto, nunca me había expuesto
ante ti. Me cuesta trabajo porque después de todo tu eres mi mayor debilidad y
mi mayor fortaleza. “Yo del pasado” has hecho y has marcado mucho de lo que soy
ahora, enfrentaste todos los miedos; atravesaste por situaciones dolorosas,
como la de aquella perdida que de pequeña se te clavo hasta el alma;
enfrentaste obstáculos y hasta corriste a los demonios que te atormentaban
durante las largas horas de oscuridad.
Claro que cometiste errores ¿quién no lo ha hecho? Esa tarde
de verano, cuando te saliste de “pinta”
y caíste en cuanta que solo lo habías
echo por satisfacer a los demás, más allá de tus propios deseos y convicciones.
¿Qué tal aquel cigarro que fumaste dentro del auditorio de la escuela? Tampoco trajo
consigo el mayor de los méritos, lo que si trajo fue años de vicio que seguramente acabaran por dañar tu salud ¿y
qué me dices del año “extra” que te tuviste que quedar en la escuela por culpa
de un descuido injustificado?
Recuerdo esas tardes de “no tengo ganas” que te hicieron
bajar calificaciones. Las malas decisiones
que tomaste, también tuvieron consecuencias. Si aquella tarde de marzo un
rayito de cordura te hubiera tocado, seguramente hoy yo sería otra, pero no fue
así y elegiste estudiar un “algo” que ni remotamente se parecía a “lo otro”
pero ¿tenías otra opción? Tu hubieras dicho que no, yo digo que sí. Y luego de
eso ¿por qué seguiste? No hay respuesta.
Después un error lleva a otro, luego a otro y se hizo una
gran bola de nieve. Como aquella noche que elegiste quedarte en casa, o las
otras tantas que saliste. Te enamoraste del hombre equivocado todo el
tiempo. Si hacías sol, salías cubierta, si hacia frio, no llevabas chamara; si
te invitaban a eventos de gala, te presentabas desfachatada y si era un evento
informal… igual eras desfachatada.
Eres una suma de eventos, decisiones y pensamientos erróneos…
pero también correctos. Si no hubieras elegido irte de “pinta” no te habría caído el veinte
de que es mejor complacerte a ti misa que a los demás. El cigarro aquel, nos ha
llevado a descubrir algunos placeres de la vida y espero que nos falten muchos
más por conocer. El año “extra” en el
bachillerato te hizo abrir los ojos, no todo es simple y ahora sabes que sin
duda, toda acción tiene su reacción.
Las tardes de “no tengo ganas” se han hecho menos y se han
sustituido por “hay que hacerlo”. Y si
aquel rayo de sol no llegó, me enseñaste que no debía detenerme en lamentarlo y
que debía enfocarme y esforzarme en que la decisión tomada diera los mejores
resultados.
Sí, me enamore y desenamore muchas veces y espero seguir haciéndolo
cada día, todos los días. Esa es la parte mágica y grandiosa. Y como
definitivamente mi sensor del clima esta errado, ahora entiendo no está de más
llevar una sudadera “por si acaso”…
Así que solo escribo estas líneas para agradecerte una vida
llena de experiencias que harán que nuestra “yo del futuro” alcance las metas y
sueños que desde hace mucho tú le
planteaste. De mi parte prometo poner
siempre de mi parte, siempre insistente, siempre siempre.